
Está a punto de cumplir 26 años pero carga sobre sus hombros un recorrido ya importante: siete clubes lo tuvieron en sus filas desde aquella aparición en River jugando apenas 5 partidos entre el 2003 y el 2005. El mejor recuerdo futbolístico lo pueden tener los hinchas de Nueva Chicago, donde marcó la mayoría de los 42 goles que lleva en Primera, o los de Godoy Cruz, donde tuvo un buen Clausura 2010 y un promedio interesante: más de un gol cada tres partidos. Pero no así los de Independiente, los de América de México o los del Besiktas de Turquía.
Carga sobre sus espaldas la mochila de llamarse Higuaín y de ser el hermano de Gonzalo, que ha desarrollado una carrera diferente. Pero el Pipita, jugador diferente al hermano por características y hasta por contextura física, ha madurado y parece que en Colón puede potenciar aquello que hizo bien en Godoy Cruz y sirvió para devolverlo a los primeros planos.
El primer tiempo en Bahía fue notable. Se asoció con el resto de los volantes y de allí surgieron los mejores pasajes futboleros de Colón. La definición en su primer gol fue notable, digna de un jugador inteligente y con panorama. Y en el segundo de su cosecha, estuvo atento para aprovechar el rechazo corto de Tombolini.
Ya había amagado en otros partidos, sin concretar. Necesitaba una actuación así para elevar su autoestima. Gamboa lo colocó en un lugar de la cancha que lo favorece. Ni tan arriba para caer en la red defensiva del rival, ni tan atrás para que el arco le quede lejos. El Pipita tiene técnica y pisa el área: puede ser el enganche que el Negro quiere.
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